domingo, 1 de mayo de 2011

¿Cómo fue el 1o de Mayo de 1886?

El 1° de Mayo de 1886

Tomado del libro: "Historia del 1o de Mayo" de Raúl Jiménez Lescas (México, Unios, 2004).

Se desarrollaron eventos

grandiosos en Chicago,

aunque la rebelión existe

en toda la nación.

José Martí.[1]

Y, llegó, el 1° de Mayo de 1886. Un sábado ordinario para el trabajo, otro alocado día industrial y suburbano. Unos 350 mil trabajadores desfilarían ese día en todo Estados Unidos. Más de 11 mil establecimientos pararon.[2] En Chicago alrededor de 80 mil obreros se habían lanzado a la calle.[3] La batalla por la jornada de 8 horas palpitó como lo hacían las chicharras de las grandes fábricas.

Un diario de la ciudad, observó desde sus páginas: “No salía humo de las altas chimeneas de las fábricas y las refinerías y las cosas habían adquirido una apariencia sabática”.[4]

En Chicago, la multitud en blanco y negro, robusta y ruda, alegre y familiar, se concentró en la Avenida Michigan para dirigirse al Lago Font, donde se realizaría un mitin. Ahí Albert R. Parson, futuro Mártir de Chicago, “bien acicalado, se sentía alegre y optimista. Caminaba bajo el espléndido sol de ese día, con su esposa Lucy[5] y sus dos hijitos hacia la Avenida Michigan, su corazón saltaba dentro del pecho al ver a los miles y miles de huelguistas que se aprestaban para el desfile.”.[6]

August Spies, amigo de Parson y con un ejemplar del Chicago Mail, cerró con su discurso el mitin. Su bigote rubio se agitó mientras su elocuencia en inglés y alemán saltaba a la vista. Esos jóvenes, eran los predilectos de la multitud del trabajo.

Pero el patrón acechaba. En la Ciudad de Milwaukee, Illinois, se produjo un choque entre la policía y los huelguistas: 6 obreros cayeron muertos. La represión apareció en las ciudades de Filadelfia, Lousville, San Luis, Baltimore y Chicago. Los patrones reaccionaron con violencia y contraatacaron: En Chicago declaran una huelga patronal (lock out) contra los obreros, ya que estaban aterrorizados por el despertar del movimiento, pues sabían que una reducción de la jornada de trabajo era más que justa y necesaria, era un elemental derecho para vivir, pero les reduciría sus ganancias.

Los capitanes de la industria, apelaron a su última arma: las empuñadas por la policía y los esquiroles. Los dirigentes del movimiento huelguístico convocaron a más y más movilizaciones de protesta con el fin de parar la represión.

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Trabajadores

Dos de Mayo: 40 mil huelguistas siguen en pie de guerra. La esperanza y el anhelo por un mundo mejor, los despierta pese a la represión, a los muertos y heridos, a los despidos y las campañas amarillistas de la prensa.

Tres de Mayo: 6 mil obreros en huelga por las 8 horas y un salario de 2 dólares diarios de la fábrica de maquinaria agrícola Mc Cormick Harvester efectuaron un mitin pacífico, pero los discursos fueron incendiarios. Unos 200 obreros se separaron del evento para rechazar la provocación de unos esquiroles que siendo apoyados por la policía, abrieron fuego contra los obreros desarmados: 6 murieron y 50 quedaron heridos.

Spies, fue testigo de que la policía pistola en mano abrió fuego sobre las espaldas de los trabajadores. Spies reunió “rápidamente a varios dirigentes sindicales y... se decidió convocar a un acto de protesta contra la violencia de la policía, para la noche siguiente, en Haymarket (La Plaza del Heno)”.[7]

Mayo 4: Continúa la revuelta. La policía siguen haciendo de las suyas, macaneando a los huelguistas.

El alcalde Carter Harrison autorizó una manifestación dirigida por los anarquistas. La Plaza Haymarket resultó pequeña para la multitud. El mitin se desarrolló en forma pacífica, pero la lluvia punzante logró dispersarlo lentamente. Parson, regresó de Cincinnati, para informar que se estaba ganado en aquella ciudad la jornada laboral reivindicada.

Su esposa, Lucy, organizó una reunión con las costureras que deseaban sindicalizarse. Parson, decidió acudir a la cita y no dirigirse a la Plaza Haymarket. A la reunión, llegó un mensajero: “Hay una gran reunión en Haymarket –comunicó– y Spies es el único orador. Quiere que vaya Parson y también Fieldem”.[8]

“La multitud reunida resultaba pequeña para la Plaza Haymarket. Spies, que había llegado muy temprano, había empujado un vagón de ferrocarril hacia una esquina para que le sirviera de tribuna. Muy cerca estaba la Comisaría de Policía de la calle Desplaines, bajo el mando de John Bonfield, un capitán apodado el apaleador”.

Spies agitaba, cuando apareció la familia Parson, quienes fueron recibidos con aplausos. “Parson terminó de hablar a las diez. Un viento frío que venía del lago azotaba a la gente y habían caído algunos aguaceros. Amenazaba una fuerte tormenta... estaba hablando Fieldem, y Parson buscó a su familia y con otros trabajadores se retiró al salón de un bar situado en una esquina próxima, conocida como Zepf’s.

Muy pronto el grupo estuvo riendo y charlando, mientras circulaban los vasos de cerveza. Entre tanto afuera, Fieldem, último orador, continuaba su discurso ante un gentío que disminuía constantemente”.[9]

Apareció entonces el inspector de policía, un tal Bonfield y el capitán Ward, provocando a los manifestantes con su presencia y su escolta de 180 agentes. “El capitán Ward, se encaminó al sitio donde hablaba Fieldem y lo increpó: ¡‘En nombre del pueblo del estado de Illinois, ordeno que se disuelva este mitin inmediatamente”![10]

Martí-Hermán Norman-escandinavo

José Martí, escribió desde EUA

sobre los sucesos del 1° de Mayo de 1886

La oscuridad de la noche se disipó por un relámpago rojo y un estruendo. Una mano anónima lanzó una bomba matando un policía. La respuesta policíaca fue instantánea: dispararon contra los asalariados. Siete obreros más cayeron abatidos por el fuego loco de las balas.

Quinto día: Miembros de la Asamblea Polaca de Los Caballeros del Trabajo en Milwaukee, Wisconsin, marcharon al taller laminado del norte de Chicago, localizado en la vecina Bahía View, para cerrarlo hasta que los patrones otorgaran las 8 horas laborables.

Un polaco marchó con un estandarte color azul, blanco y rojo, con un reloj al centro que marcaba las 8 horas en punto. El mayo George P. Tracumer, comandante de la guarnición militar, ordenó abrir fuego: 8 polacos y un alemán murieron en el acto.

El periódico Milwaukee Journal, narró: “Ellos dispararon no cartuchos de salva sino balas para matar”. “La Avenida Lincoln, línea divisoria entre el sur de la ciudad y Bay View, fue salpicada con la sangre de los revoltosos polacos esta mañana a las nueve”.[11]

Sexto día: La prensa dio a conocer el nombre del policía muerto, se trató de Mathias J. Degan, pero no dijo que entre los obreros había 19 víctimas, que nunca dieron sus nombres.

En la actual Haymarket, luce una placa para ese policía, pero ninguna para los Mártires de Chicago.

Desde sus páginas, la prensa predicó el linchamiento: los anarquistas —hayan lanzado o no la bomba— deberían ser ahorcados, como corresponde por sus ideas libertarias y conspirativas contra la propiedad del capital. La policía arrestó, allanó moradas, rompió puertas y destruyó imprentas.

El diario New Yorker Tribune mentía: “La multitud aparecía enloquecida por un deseo frenético de sangre y de sostener su terreno, disparando descarga tras descarga contra los agentes de policía” y el Chicago Tribune escribió: “La justicia pública exige que a los asesinos europeos August Spies, Michael Schwab y a Samuel Fieldem, se les detenga, se les juzgue y se les ahorque. La justicia pública exige que el asesino A. R. Parson, de quien se dice que deshonra este país por haber nacido en él, sea capturado, juzgado y ahorcado por asesinato”.[12]

Mayo 15: Un Gran Jurado fue convocado para linchar legalmente a los obreros. La prensa amarillista quería ver sangre, exigiendo que fueran ahorcados los anarquistas detenidos. El juicio colectivo violó todos los procesos y normales legales, como se reconocería años después. El clima político era de linchamiento contra la ideología de los procesados. Parson, que había logrado escapar se escondió en los campos de Wisconsin.


[1] FONER S. Philip, editor de Our America: Writtings on Latin America and the Struggle for Cuban Independence by Jose Marti, NY, 1978, p. 63.

[2] FONER S. Philip, Los orígenes... op. cit., p. 278.

[3] La Historia Real del Día del Trabajo, traducción del Departamento de Comunicación Social de la CLAT-DECOS a partir de Una Desconocida Historia del Sindicalismo de Richard O. Boyer y Herbert M. Morais, publicado en la revista Labor Today, vol. VIII, No. 3, mayo de 1969

[4] FONER S. Philip, History Of the Labor in the United States, vol. II, NY, 1947, pp. 102-108.

[5] Lucy González Parson es de origen mexicana.

[6] La Historia Real del Día del Trabajo... op. cit., p. II.

[7] Ídem, p. III.

[8] Ídem, p. IV.

[9] Ídem, p. IV.

[10] Ídem, p. V.

[11] FONER S. Philip, Los orígenes... op. cit., p. 279. Entre los obreros asesinados se encontraban los siguientes: Michael Ruchakis, jornalero de 40 años de edad; Francis Kunkel, jornalero de 69 años; Johann Makra, jornalero de 24 años; Martín Jankowis, jornalero de 25 años; Albert Erdmann, de 19 años; Casmir Dudek, de 30 años y Frank Nowatzak, estudiante de secundaria con sólo 13 años de edad.

[12] Ídem, p. VI.

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