sábado, 20 de noviembre de 2010

100 años de la Revolución Mexicana

Falta por cumplir en el mundo los ideales zapatistas: Trino Alcides

CELIC MENDOZA ADAME

Morelia, Mich., 19 de noviembre de 2010

Durante su visita a la capital michoacana, el embajador de la República Bolivariana de Venezuela en México, Trino Alcides Díaz, lamentó el clima de violencia que enfrenta México; sin embargo, dijo ser respetuoso de las estrategias que el gobierno federal ejecuta al respecto.

Durante la develación del busto de Emiliano Zapata, escultura del artista Juan Manuel Olivos, en el Centro Cultural Universitario, y cuestionado sobre la presencia del crimen organizado en el país, el embajador dejó en claro que no intervendrá en la política interna mexicana, al señalar que corresponde analizarlo a expertos en la materia.

Sin embargo, reconoció que el clima violento ha afectado al turismo y a los propios habitantes de este país.

Sobre el legado del pensamiento zapatista, refirió que es un modelo que aún falta por cumplirse en el mundo, “hay más de mil 100 millones de personas que pasan hambre; si tuvieran tierras para cultivar, esto no pasaría y de ahí se desprenden los actuales problemas socioeconómicos que se enfrentan”, dijo.

En la ceremonia, el dirigente del Sindicato Único de Empleados de la Universidad Michoacana (SUEUM), Eduardo Tena Flores, dijo que tras el gran compromiso con la clase trabajadora de una figura revolucionaria como lo fue Emiliano Zapata, “debemos estar todos comprometidos con el ejemplo de lucha incansable del general Zapata, por eso cada vez que salimos a las calles, que son nuestras, no debemos olvidar el pensamiento de este revolucionario”.

Durante su participación, los nicolaitas Alonso Torres Aburto y Napoleón Guzmán Ávila destacaron la importancia de rescatar el pensamiento del revolucionario, a pesar del temor que causa a la sociedad recordar las gestas revolucionarias.

En el lugar se recordó la lucha del líder y reformador agrarista mexicano, nacido en Anenecuilco, estado de Morelos, campesino mestizo, defensor de los derechos de su pueblo a las tierras, y quien reclutó un ejército de peones, en buena parte indígenas, de los pueblos y haciendas de Morelos, y con el grito de guerra “tierra y libertad” se unió en 1910 a la Revolución de Francisco I. Madero, cuyo objetivo era derrocar a Porfirio Díaz.

Durante las presidencias del dictador Victoriano Huerta (1913-1914) y del constitucionalista Venustiano Carranza (1914-1920), Zapata siguió manteniendo sus actividades guerrilleras en contra del gobierno y extendió su poder por todo el sur de México. Junto con Francisco Villa, que había aceptado el Plan de Ayala, entró en la ciudad de México en 1914. Al año siguiente, Zapata se retiró a Morelos, donde continuó la defensa de sus posiciones, frente a las tropas constitucionalistas.

En 1919 murió asesinado en una emboscada organizada por un agente de Carranza, lo que causó una enérgica condena de la opinión pública y de gran parte de los propios sectores constitucionalistas. Considerado por sus enemigos un simple saqueador, Zapata ha sido idolatrado por los campesinos y por la gente del pueblo como reformador revolucionario y héroe; su vida ha inspirado innumerables leyendas y corridos populares.

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